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Música y cultura

 

“La terapia consiste en aprender a entrar en una cultura, encontrar tu camino en ella, e incluso nuevos caminos más allá"
(Brynjulf Stige, 2002)


La cultura, entendida como conjunto de conductas adaptativas y formas de ver el mundo compartidas (Geertz), impregna nuestra identidad desde la cuna, y la musicalidad de la misma da buena cuenta de lo íntima que llega a

ser su influencia. La voz de la familia transmite la voz de su comunidad, a través de formas de hablar, acento, ritmos, etc... De esta manera, la cultura empieza a habitar en el cuerpo y voz del bebé a medida que interactúa con sus seres queridos. Siendo así, la pregunta “¿los significados dependen de la cultura o de la historia personal? se vuelve sencillamente absurda e irrelevante.

La etnomusicología estudia muchos de los posibles elementos de la música que son transmisores de significados diferentes en función de la cultura; Magda García (2011) habla de algunos:

  • Gente (personas implicadas en el proceso musical): ¿Quién hace música con quién? ¿quién puede interpretar y donde? ¿quién aprende música de quién?

  • Instrumentos: Algunos instrumentos llevan consigo asociaciones extra-musicales tan claras y fuertes que sólo su sonido transmite significados a amplios sectores culturales. Por otro lado, en cada cultura los instrumentos conllevan unas connotaciones específicas relativas al género, así como al estatus social.

  • Usos: La música puede ser funcional de múltiples maneras: como modo de interacción social, despertando el sentimiento público, como alabanza religiosa, creando ambientes, como terapia...A este respecto, cabe destacar incluso las enormes diferencias de metodología existentes a la hora de usar la música en un proceso de ayuda a otra persona.

  • Agrupaciones e ideales de sonido: Texturas homogéneas versus heterogéneas, secuencialidad de instrumentos versus simultaneidad. Aspectos como estos pueden condicionar, por ejemplo, el uso o no en determinados momentos de las estructuras de pregunta-respuesta, así como la manera más idónea de transmitir a una persona nuestra intención de comunicar musicalmente con ella.

  • Estructuras musicales: En función del contexto social, la música se estructura de una manera u otra. Por ejemplo, en una interpretación improvisada de música indostaní, con frecuencia la audiencia juega un papel importante en el estilo creativo del músico, que repite o modifica su ejecución en función de la respuesta del público.

La cultura es más que una variable cuya influencia evaluar o controlar en el curso de la investigación y de la práctica musicoterapéuticas. Es el marco de referencia a través del cual una persona organiza sus sentidos comunes, sus cogniciones, emociones y percepciones. Y en función de la cultura, no son siempre los mismos los límites que uno/a “transgrede” al coger un instrumento u otro, al tocar de tal o cual manera, al mantener unas actitudes corporales u otras... Es muy importante contextualizar a la persona en su realidad cultural particular. Sin embargo, la musicoterapia cuenta con características que muestran un gran potencial de cara a un trabajo terapéutico centrado en la cultura. Estas características guardan relación con la capacidad de la música para flexibilizar normas o hábitos culturales pues constituye un espacio de tolerancia social, de distensión... La música posee un carácter liminar (juega con los límites) que permite una ruptura de los principios de la lógica normalmente imperante provocándose cercanía e intimidad entre las personas participantes debido a que los roles y las normas se vuelven borrosos.

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